A souvenir of Piedmont, op. 64

El desarrollo de un repertorio de cámara donde la guitarra sea instrumento concertante y a la vez soporte armónico del discurso musical, es uno de los campos de cultivo más interesantes de cara a consolidar su participación activa en el mundo de la música.

Tradicionalmente, el piano, con su capacidad polifónica, ha servido de pilar para edificar un repertorio de cámara que actualmente consideremos como uno de los brazos más sólidos de la música occidental. La guitarra -que, dentro de unos parámetros peculiares, también ostenta una importante capacidad polifónica- puede generar igualmente un importante repertorio de cámara en el que las estructuras de formato más reducido que las propiciadas por el piano, tengan un valor y un significado estético de primer orden.

Escribí estas cuatro piezas por encargo del “Concert Artists” de Baltimore (USA), ciudad donde las estrené el 3 de mayo de 2009. Al componerlas quise que tuviesen un carácter muy contrastado para poner a prueba la eficacia de una combinación instrumental por la que yo no había escrito nunca. En ellas encontraréis pues dos piezas de carácter alegre (la primera y la última), una de ligera y movida (la tercera) y una de lenta y muy triste (la segunda) que en la viola encuentra su expresión más adecuada.

La Obra es una broma musical vertebrada entorno a unos extraordinarios “waffles” que -durante una de mis estancias en Piedmond (California)- preparó como desayuno mi amiga y violista Debbie Dare, a quien está dedicada.